lunes, 3 de agosto de 2015

”Ratón blanco”, la mujer más buscada por la Gestapo

Nancy Wake

Nancy Wake nació en Nueva Zelanda, Asutralia,  y fue desde muy joven uno de esos espíritus inquietos ávidos de experimentar y de sacar el máximo partido de la vida. Con 16 años huyó de casa y logró mantenerse trabajando como enfermera, pero su oportunidad llegó cuando recibió una herencia de su tía. No era muy elevada, pero fue suficiente para dejar Australia e ir a Nueva York. Tras Nueva York voló hasta Londres donde se formó como periodista.
Llegados los años 30 su hambre de aventura la llevó hasta París, donde trabajó para la Hearst Corporation como corresponsal europea. Aquello le dio la oportunidad de ver en persona los acontecimientos terribles de la época, no sólo cubrió muchos eventos del ascenso al poder de Hitler, sino que también fue testigo de la represión judía en las calles de Viena y París.
Cuando las tropas alemanas llegaron a Francia, Nancy estaba en Marsella y acababa de casarse con un millonario francés llamado Henry Edmon Fiocca. Podría haber huído, podría haber llevado una vida holgada y tranquila con su distinguido marido, pero el corazón de Nancy era demasiado inquieto, demasiado apasionado como para dejarse llevar por la pasividad obviando lo que estaba ocurriendo.

¿Qué hizo? Integrarse en la resistencia. Para ello viajó primero a Inglaterra donde recibió un duro entrenamiento. Más tarde, entraría a trabajar como mensajera y como parte importante de ese sector de la resistencia dirigido por el capitán Ian Garrow, especializado en sacar gente del país.

Era muy hábil en sus técnicas. La Gestapo sabía de ella pero nunca lograban alcanzarla. Su habilidad para burlarse de ellos y favorecer la huida de judíos y aliados del país era tal, que le pusieron el sobrenombre del “ratón blanco”. Alguien pequeño, elegante y tremendamente difícil de atrapar.
 La Gestapo puso precio a su cabeza. Ofrecían 5 millones de francos a quien lograra atraparla o dar información relevante por su captura. Hasta que en 1943 la red fue descubierta y no tuvo más remedio que huir dejando en Marsella a su marido. Aquello fue un error. Un grave error. Días después de que Nancy huyera, la Gestapo arrestó a su marido. Torturándolo y quitándole la vida. No dijo jamás donde estaba su esposa.
Nadie le dijo nada a Nancy sobre lo ocurrido con su marido. Se enteró de su muerte tiempo después de que la guerra hubiera terminado. Para entonces, el “ratón blanco” había vuelto de nuevo al campo de batalla, a ese campo oculto y lejos de las trincheras que movía los hilos ocultos de la guerra y que tanto favorecieron a su final.
En Inglaterra entró a formar parte de la Dirección de Operaciones Especiales, lanzándose de nuevo en paracaídas a la Francia ocupada para servir de enlace entre Londres y un grupo local de maquis. Reclutó más gente, coordinó la actividad de la resistencia antes del Desembarco de Normandía y dirigió varios ataques hacia cuarteles generales de la Gestapo en Francia.
Hasta que llegó el día de la liberación completa del país, el “ratón blanco” organizó a más de 7000 maquis que lucharon contra cerca de 22.000 soldados de las SS causando infinidad de bajas enemigas. Pequeños triunfos que ayudaron, junto a muchos otros héroes anónimos, a que día a día, el sueño de la libertad y el triunfo llegara por fin a Europa y al mundo.
Nancy Wake falleció un 7 de agosto del 2011 a los 98 años. Tuvo una vida plena, intensa y llena de reconocimientos personales e institucionales a su valor y sus proezas. Sus restos mortales fueron esparcidos en la ciudad de Montlluçon, Francia, el mismo lugar donde la Gestapo tenía uno de sus cuarteles y que ella misma voló por los aires.

Biografias: Janusz Korczak

Era julio de 1878, Polonia era ocupada por los rusos y Varsovia vivía una de las etapas más duras de su historia. Fue en ese entorno que el prestigioso abogado Józef Goldszmit y su esposa Cecilya, vieron llegar a Henryk, su primer y único hijo. A pesar de la terrible desigualdad social presente en la capital polaca, los Goldszmit, de origen judío, ocupaban un lugar social privilegiado, lo cual les permitió vivir sin ninguna precariedad.
Hasta la adolescencia, Henryk no mostró ninguna cualidad extraordinaria. Algunas fuentes lo describen como un niño muy curioso pero solitario. Sin embargo, su personalidad habría de cambiar a los doce años, cuando su padre fue internado en un centro psiquiátrico debido a un cuadro de demencia. Esta situación lo llevó a sobreponerse como el hombre de la casa y a concebir la lectura como único refugio. El propio Korczak narrará más tarde sus hazañas como lector compulsivo y también los pormenores de cómo compitió en diversos certámenes literarios en donde comenzó a tomarle cariño a su seudónimo: Janusz Korczak.
Finalmente, en abril de 1896, el padre de Korczak muere en un manicomio, provocando que la solvencia económica de la familia se viniera abajo.

La guerra

Muerto su padre, Korczak hizo de todo para culminar sus estudios como médico.Finalmente se gradúa en 1905. A pesar de ello, no tuvo tiempo para reaccionar debido a su participación activa como médico de la cuadrilla polaca durante la guerra ruso-japonesa. Un año más tarde regresaría a Varsovia para trabajar en un hospital, estrictamente en el área de pediatría donde tuvo su primer contacto con los niños.
A pesar de su convicción médica, Korczak no podía ocultar su amor por los infantes y su ansia de justicia social. Situación que lo llevó a descuidar su labor como pediatra para dedicarse a curar de manera gratuita a los estratos más vulnerables de la sociedad. Fue precisamente ese fuego pedagógico el que provocó que las conferencias sobre medicina fueran haciéndose cada vez menos frente a las de corte educativo.
A los veinte, Korczak conoció la obra de Pestalozzi, Montessori y Fröbel, quedando especialmente enamorado de las ideas de Dewey. No obstante, la suerte iba a jugarle una nueva trampa cuando en pleno fervor pedagógico la llama de la Primera Guerra Mundial comenzó a recorrer Europa. Una vez más, el joven Korczak, prestó sus servicios a la tropa rusa, utilizando su poco tiempo libre para escribir sus reflexiones. Las escenas de la guerra y los grupos de niños huérfanos que se escondían entre los restos de las ciudades atacadas, tendrían un papel protagónico en su identidad pedagógica.

El pedagogo

De nuevo en Varsovia, Korczak renunció a cualquier privilegio que su apellido le trajera y decidió vivir con los obreros, con quienes más lo necesitaban. A sus cercanos treinta, se había convertido en un escritor compulsivo y en un pedagogo libertario. Unos años después y tras gestionar fondos de grupos filántropos, estableció su primer orfanato, en el cual brindó refugio, alimento y educación a poco más de un centenar de huérfanos judíos.
En su orfanato, Korczak tuvo la oportunidad de poner en práctica su ideario pedagógico en el que imperaban términos como “libertad” y “democracia”. Así, los niños constituían asambleas en las que decidían las responsabilidades y códigos de comportamiento y en donde primaba el consenso. El modelo adoptado por Korczak fue contemporáneo en tiempo y forma del planteado en Inglaterra por N. S.Summerhill.
Para 1926, Korczak ya había logrado construir un orfanato más (ahora para niños polacos) y la sociedad varsoviana lo veía con gran respeto. Durante años no detuvo su labor como periodista, locutor y profesor, oficio que lo llevó a ser condecoradocon la Cruz de Oficial de la Orden del Renacimiento de Polonia, por su labor social. Durante esa temporada, fundó la “Mały Przegląd”, una pequeña revista en la que los niños podían plasmar sus opiniones sin ningún riesgo de censura. Sin embargo, su tesón crítico le ocasionó problemas constantes con el gobierno polaco debido a sus duras reflexiones en contra de la escuela tradicional y de la percepción del niño como un ente transitorio e inútil.
Los dispositivos pedagógicos implementados en ambos orfanatos marcaron un precedente en gran parte de la sociedad europea. Rompiendo así con el estereotipo de las escuelas rígidas y militarizadas para abrir paso a la cálida imagen de un hombre entregado en cuerpo y alma a sus niños. Es necesario destacar que Korczak no estuvo solo sino que fue siempre acompañado por la fiel María Falska, una joven activista que se enamoró de sus ideas y que compartió cada uno de sus sueños.
María y Korzack, fungían como padres de casi doscientos niños. Cuyas edades se distribuían desde los tres hasta los catorce años. Niños que encontraban en el orfanato no sólo lo necesario para satisfacer sus necesidades físicas, sino también las emocionales.

El tercer reich

La tan costosa tranquilidad alcanzada en Varsovia se vio interrumpida en 1940, año en que la Alemania de Hitler invadió Polonia y reubicó a más de 500 mil judíos en un reducido suburbio que después sería conocido como el gueto de Varsovia.
Furioso por la tiranía nazi, Korczak decidió manifestarse y alzar la voz ante la amenaza de ser removido. Sin embargo, el gesto temerario fue mitigado con dos semanas en prisión, de las cuales saldría bajo fianza gracias a la ayuda de sus amigos. Devastado, Korczak no tuvo otra opción que mudarse con sus niños y tratar de continuar el rumbo, aunque en el fondo supiera que lo peor estaba por venir.
Retador, Korczak trabajaba con su viejo uniforme del ejército polaco, que en aquél momento era dominado por los alemanes. Las repercusiones fatales de su rebeldía fueron evitadas por un grupo de influyentes amigos que intercedían por él ante el ejército germano. Estos mismos, trataron numerosas veces de persuadirlo para que abandonara su afán pedagógico y se refugiara en un lugar tranquilo, apartado del conflicto bélico. Korczak, sin pensarlo un segundo, se negó a traicionar a sus niños cuanta veces fuera necesario.

El último tren a Treblinka

El pedagogo polaco trató durante dos años de preservar el avance educativo de sus infantes en un contexto complicado. El gueto de Varsovia estaba sobrepoblado y desprovisto de alimentos. Así, cada mañana Korczak recorría las calles con una bolsa en las manos tratando de recolectar semillas o un trozo de pan para los pequeños del orfanato. En las calles los rumores sobre el interés de los nazis por exterminar a los judíos comenzaba a expandirse.
A manera de respuesta, reconociendo que el inminente final estaba cerca, Korczak decidió preparar a sus niños para la muerte. Pretendía que pudieran verla como un proceso natural e inevitable. Destrozado, no tuvo otra idea que representar junto al resto de los maestros y algunos niños, la obra “El cartero del rey”, escrita porRabindranath Tagore y en cuya trama se encuentra la escena de un niño moribundo que sostiene un diálogo desgarrador con su médico antes de morir. Los niños observaron tan atentos como atónitos, habían captado el mensaje.
Finalmente, en agosto de 1942, el ejército alemán sorprendió al gueto. Los desgarradores gritos apenas se camuflaban con el rugir de las locomotoras. Antes de que una cuadrilla de soldados alemanes se dispusiera a desalojar el orfanato por la fuerza, como los superiores lo habían encomendado, el maestro dio la cara.
Tranquilos, incluso sonrientes, más de doscientos niños seguían los pasos de doce profesores y el viejo profesor Korczak. Caminaron cerca de veinte metros sin ser interrumpidos por los soldados. Uno a uno, los niños fueron subiendo a los vagones, jugueteando, tomados de las manos. Después, Korczak haría lo mismo con la cabeza en alto, abrazando a sus doscientos hijos, sabiendo que en el fondo lo había logrado. Al final el tren partió y con él la vida.
Janusz y los niños, memorial en Yad Vashem

Janusz y los niños, memorial en Yad Vashem

“La perra rubia de Belsen”.



Irma Grese

Irma Ilse Ida Grese nació en el año 1923 en Wrechen, Alemania. Fue la tercera de cinco hermanos y sus padres fueron Alfred Anton Albert Grese y Berta Wilhelmmine Winter. Se dice que su padre fue quien inspiró a Irma en sus ideales nazis, puesto que el mismo se inscribió en el partido Nazi en el año 1937.
Cuando Irma cumplió la mayoría de edad se presentó en el campo de concentraciónRavensbrück y se ofreció como voluntaria para el servicio de guardia auxiliar. A partir de allí comenzaría a tejerse su fama como despiadada torturadora y asesina.
Los superiores de Irma comenzaron rápidamente el entrenamiento de la joven muchacha, la instruyeron en el arte de golpear salvajemente a los prisioneros, Irma descubrió que sentía un gran placer cuando le infligía dolor a otro ser humano.
Con un látigo en la mano Irma caminaba por el campo de concentración azotando a diestra y siniestra y sembrando el terror. Se dice que le daba latigazos en los senos de las reclusas mejor dotadas y que su apetito sexual era insaciable, por lo cual tendía a violar a los internos de ambos sexos dentro del campo de concentración.

La hiena de Auschwitz

En el año 1943 Irma fue trasladada a uno de los campos de concentración más famosos: Auschwitz. Allí se ganó el apodo de la “hiena de Auschwitz”, esta rubia además de su famoso látigo, también apretaba el gatillo de su pistola sin remordimiento alguno, quitándole la vida a numerosas personas. Se ha llegado a decir que Grese es la responsable de aproximadamente 30 muertes diarias durante su estadía en este campo de exterminio.
En Enero de 1945 Irma fue trasladada nuevamente al campo de Ravensbrück, su estadía allí fue muy corta, luego en Marzo de ese mismo año fue reasignada al campo de Bergen-Belsen. Allí Grese llegó golpeando, dando patadas, escupiendo, azotando, torturando y asesinando sin piedad, por lo cual, rápidamente se ganó el apodo como “la perra rubia de Belsen”.

Justicia

El 15 de Abril de 1945 el campo de concentración de Bergen-Belsen fue liberado por los aliados y todos los soldados nazis fueron apresados y llevados a juicio. Ese mismo año Irma confesó sin ningún tipo de estupor y remordimiento que tanto ella como sus compañeros eran los responsables del asesinato en masa de cientos de inocentes, tanto de ese campo de concentración, como de los otros dos en los cuales estuvo asignada.
El 17 de Noviembre Irma y el resto de sus compañeros nazis fueron condenados a muertes por los numerosos crímenes y torturas que cometieron. El 13 de Diciembre, apenas con 22 años de edad, Irma fue ejecutada en la horca.
Irma Grese
Afortunadamente con su muerte y la de otros oficiales nazis se da por cerrado uno de los capitulos mas oscuros de nuestra sociedad, aunque su recuerdo quedará grabado para siempre en la memoria de sus víctimas.

domingo, 2 de agosto de 2015

Proyecto Lebensborn

Proyecto Lebensborn. La sola palabra ya nos produce inquietud si ahondamos en su traducción alemana, “fuente de la vida”. ¿Su finalidad? La de cumplir uno de los principio del líder de la SS Heinrich Himmler, que no era otro más que la vieja idea de conseguir una auténtica raza aria con la que alzar una nueva civilización europea.  Para ello, se hizo una gran inversión en esta política racial y eugenésica donde crear los llamados hogares de maternidad, ahí donde llevar niños secuestrados de Europa del Este que cumplían con el canon físico del ideal ario y donde también cuidar de mujeres que darían a luz criaturas con las mismas características.
Un proyecto terrorífico típico de cualquier película de horror, que aumenta más nuestro escalofrío pensando que fue algo real. Y que las enfermeras que allí trabajaron, fueron testigo e inductoras, en ocasiones, de graves experimentos que, aún hoy, siguen saliendo a la luz.

Las enfermeras alemanas en la Segunda Guerra Mundial

Toda enfermera tiene como propósito salvaguardar la vida y el bienestar de los enfermos. Y obviamente así lo hicieron estas mujeres en este periodo lamentable de la Segunda Guerra Mundial. Atendieron a heridos de guerra, soldados y víctimas civiles que día a tras día necesitaban de atención médica. Pero en las filas nazis de la Alemania de estos días también hemos de advertir el trabajo que algunas de ellas llevaron a cabo: ayudar al Tercer Reich en hechos tan terribles como practicar la eutanasia a discapacitados mentales o personas que el régimen consideraba como“indeseables”. Y, más aún, formar parte del llamado proyecto Lebensborn, que no era más que la aspiración de crear una auténtica raza aria de hombres y mujeres.
El periódico británico “Daily Mail” sacó hace unos años, por ejemplo, un reportaje bastante impresionante donde podíamos ver a estas mujeres aplicando a niños un extraño tratamiento con rayos ultravioleta (UV), con los que pretendían aclararles la piel y el cabello. Hechos singulares que somos incapaces de comprender, especialmente viniendo de profesionales de la salud, y que se ejecutaron obedeciendo los objetivos de las SS, que más tarde quisieron desarrollar con mayor profundidad en todas estos hogares-maternidad donde llevaron a cabo sus propósitos. El proyecto Lebensborn fue fundado de modo “oficial” el 12 de diciembre de 1935 con la idea no sólo de conseguir una raza supuestamente“perfecta”, sino de ayudar, además, a que los miembros de las SS tuvieran más vástagos a los que criar. Aunque no fueran suyos.

Cómo formar parte del proyecto Lebensborn

¿Eres una muchacha rubia de ojos claros y piel blanca? ¿Madre soltera quizá? Entonces tu criatura podía tener el futuro asegurado gracias al proyecto Lebensborn. De hecho, ni tan solo importa que no seas alemana. Les daba igual. La finalidad era simple, conseguir niños de características árias que más tarde serían entregados a los miembros de las SS para ser criados y “germanizados”. De ahí, por ejemplo, que no podamos pasar por alto un hecho también terrible que los alemanes solían llevar a cabo: secuestrar niños de los países del Este para que formaran parte del proyecto. Y no importaba que fueran huérfanos o que tuvieran padres, existen muchos casos documentados de cómo los separaban de sus madres para llevárselos con ellos a Noruega, el país donde se llevó a cabo gran parte del proyecto Lebensborn. Una zona de gran interés para Hitler por admirar precisamente a lo que él llamaba “la población vikinga”.
¿Sabes cuántos niños llegaron a nacer en este programa? Casi 10.000. Y nos gustaría decirte que cuando terminó la guerra estos niños pudieron llevar una vida normal acorde a cualquier criatura, que se les buscaron buenas familias con las que reponerse en esa Europa herida tras el desastre, pero la realidad es que en muchos de los casos, no fue así. Su pesadilla fue quizá aún peor. Nadie los quería. Eran los llamados niños de Hitler, decían que olían a nazi y, por eso, muchos sufrieron maltratos, abusos y numerosos ataques a lo largo de su vida. El mundo tenía aún demasiado rencor y lo pagaron con seres que no tenían ninguna culpa. Un hecho a tener en cuenta.

“Monster study”

Un estudio sin ética ni lógica: el “experimento monstruo” 

Europa temblaba ya en los albores de una posible guerra, un conflicto que no afectaría a Estados Unidos hasta unos años más tarde. Pero podríamos decir que en aquellos meses de 1939 todo discurría con tranquilidad en el país, y no había nada, absolutamente nada, que pudiera justificar lo que se hizo en la Universidad de Iowa aquel año, sólo las ansias de curiosidad de un hombre.
Su nombre era Wendell Jhonson, un patólogo del habla interesado en averiguar las causas de la tartamudez. Ésta era una época en la que aún se tenía la idea, por ejemplo, de que si un niño presentaba el clásico trastorno de espectro autista, se debía a una incorrecta educación por parte de los progenitores. Lo mismo sucedía con la tartamudez. ¿Cuál era pues la teoría del señor Johnson? Que si una persona era tartamuda o presentaba problemas del habla se debía claramente a un comportamiento aprendido y/o inducido en casa.
Seguro que ya intuyes cuál era el propósito de dicho experimento. Para llevarlo a cabo se ayudó de su mejor alumna en la Universidad de Iowa, la joven Mary Tudor, quien no puso objeción alguna a formar parte y a ser “mano inductora y ejecutora” de aquel estudio.
Se eligieron a 22 niños de entre 5 y 15 años de un orfanato. Niños sin familia y sin ningún amparo legal que les protegiera frente a lo que les iba a suceder. De hecho nadie preguntó tampoco en qué iba a consistir aquel estudio llevado a cabo por un patólogo del habla, sin ética ni remordimientos. ¿Y cuál era el propósito final de su estudio? Demostrar que si una persona era tartamuda era, precisamente, porque su educación así lo había inducido. Por unos progenitores que ponían claras barreras a que el habla del niño se desarrollara con normalidad.
Para dar pruebas de ello Wendell Jhonson y Mary Tudor dividieron a los niños en dos grupos. El primero, a lo largo de 5 meses, recibían feedbacks positivos cada vez que hablaban, apoyando su buena expresión y fluidez. Los otros 11 niños, aquellos que tuvieron la mala suerte de pertenecer al grupo experimental de “castigo”, recibieron como te puedes imaginar severos castigos, críticas y maltratos psicológicos cada vez que hablaban, desde enero de 1939 hasta mayo de ese mismo año.

Los nefastos resultados del “experimento monstruo”

El estudio del señor Wendell Johnson no pudo ser más infructuoso. Los niños del grupo experimental “sancionador” no desarrollaron tartamudez. Quedaron marcados de por vida por graves trastornos de personalidad, por ansiedad, pánico, porcomportamientos retraídos y, evidentemente, muchos dejaron de hablar.
Puede que te preguntes por qué se le conoce como “experimento o estudio monstruo”. Fueron otros estudiantes de la Universidad de Iowa quienes le pusieron este sobrenombre sabiendo lo que llevaban a cabo. Y vistas las conclusiones, el profesor Jhonson no se atrevió a publicar los resultados; si lo hacía, la propia universidad podía quedar en descrédito. Lo que sí se sucedió de modo inmediato fue la fuga casi instantánea de su mejor alumna: Mary Tudor, la joven que le había ayudado en el estudio.
Para nuestra sorpresa, lo ocurrido en dicha universidad no se hizo realmente público hasta el año 2003, cuando el “New York Times” hizo un completo reportaje sobre su historia. Cuatro años después, fue la propia Universidad de Iowa quien tuvo que empezar a pagar las indemnizaciones a todos aquellos niños. Un total de 925.000 $

El hombre que negó el saludo a Hitler

Se llamaba August Landmesser, era  un sencillo trabajador alemán que hoy en día se ha convertido ya en un auténtico icono. Fue el opositor-pasivo, un hombre valiente que en 1936, se negó nada más y nada menos que a alzar su brazo para dar el característico saludo a Adolf Hitler. ¿Te gustaría saber sobre él?

 El hombre cruzado de brazos

Pongámonos en contexto. Año 1936, astilleros de Blohm und Voss en Hamburgo. Se estaba botando un distinguido buque de la marina alemana y los trabajadores, todos aquellos que habían formado parte de aquel trabajo, estaban en el muelle participando en el evento ante la cúpula del Reich y por supuesto, del Führer.
August estaba allí con sus compañeros y, cuando llegó el momento de alzar el brazo para lanzar el férreo saludo a Hitler, el optó por cruzarse de brazos. Se negó a hacerlo. La verdad es que no llamó la atención de nadie, tal vez los compañeros que tenía al lado se dieron cuenta de su orgulloso desaire, pero nadie le recriminó entonces sus ofensa. Lo que August Landmesser no sabía es que un fotógrafo captó esa imagen para dejarla en la inmortalidad de su objetivo.
Tras aquello se sabe muy poco de este trabajador de los astilleros de Hamburgo. Sólo que fue a la guerra, que no tuvo suerte y que lamentablemente, desapareció en combate en 1944. No fue hasta 1991 cuando este nombre salió de pronto del olvido a la notoriedad, del silencio a la admiración. Fue una de sus hijas, Irene, quien lo identificó de pronto en una serie de fotografías impresas en un periódico muy antiguo de la segunda guerra mundial, un periódico alemán que casualmente cayó en sus manos.
Quedó fascinada, ahí estaba su padre, el único hombre que aparecía con los brazos cruzados en medio de una masa que lanzaba su saludo a Hitler. Contactó con el Washington Post y se publicó de inmediato su gran historia.
Angus Landmesser pertenció al Partido Nazi desde 1931 y hasta 1935 con la esperanza de obtener un trabajo, pero cuando se enamoró y se casó con Irma Eckler, lo expulsaron. Su esposa era judía. 
Tuvo dos hijas, y fue por esto, por amar a una mujer judía y formar una familia con ella, por lo que fue a la cárcel. Y aún hay más: a Irma también la detuvieron, quitándole a sus hijas y separándolas. August “había deshonrado a la raza” y debía ser castigado por ello. La Gestapo se encargó personalmente en sancionarlo y romperle su vida.
Irene, la hija que identificó a su padre en una fotografía, fue separada de su familia y llevada a un orfanato, donde fue educada por otros padres. Sencillamente espantoso. Y fue por eso, por esa rabia inmensa, por ese desprecio infinito, la razón por la que August Landmesser se negó aquel día a mostrar su saludo a Hitler…

El peligro de ser Testigo de Jehová: más crímenes nazis

En un capítulo de su libro autobiográfico Pelando la cebolla (2006), el escritor alemán recientemente fallecido, Günther Grass, narra la historia de un muchacho que pertenecía a su grupo de trabajo en el servicio militar alemán, ya en plena Segunda Guerra Mundial, que era el arquetipo de la raza aria tal y como la soñaba Hitler: blanco, alto, rubio y apuesto, al que apodaban “Nosotrosnohacemoseso” (así, con todas las palabras pegadas), porque se negaba a usar armas de fuego, a pesar de todos los castigos y palizas; comportamiento que eventualmente lo llevó a su desaparición en un campo de concentración.
Grass no está muy seguro, pero es bastante probable que “Nosotrosnohacemoseso” fuese Testigo de Jehová.

Buchenwald

El 16 de abril tropas norteamericanas liberaron el campo de concentración de Buchenwald, uno de los más grandes de su clase en territorio alemán. Por este campo pasaron más de 250.000 personas y murieron unas 56.000. El alto número de sobrevivientes se debió a que se trataba de un campo de trabajos forzados y no de un campo de exterminio, por lo que no había cámaras de gas y las muertes fueron más bien a causa de enfermedades, desnutrición, experimentos médicos, torturas y ejecuciones. De la cifra de fallecidos sólo 11.000 fueron judíos, el resto estaba compuesto por homosexuales, comunistas, prisioneros de guerra y Testigos de Jehová.
Por Buchenwald pasó el austriaco Leopold Engreitner, adonde llegó debido a su condición de objetor de conciencia y Testigo de Jehová. En cuatro años pasó por otros dos campos de concentración, Niederhagen y Ravensbrueck, y llegó a pesar apenas 28 kilos, pero nunca perdió la esperanza, y en 1943 logró escapar. Murió en 2013 con 107 años de edad, uno de los más longevos sobrevivientes de este cruento conflicto.

Los Bibelforscher

¿Por qué ese ensañamiento con los Testigos de Jehová? Aunque ya en la Primera Guerra Mundial habían enfrentado problemas por su pacifismo militante, con el ascenso del nazismo éstos se agudizaron. En palabras de Peter Straub:
“LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ FUERON LA ÚNICA RELIGIÓN QUE REHUSÓ ROTUNDAMENTE ACCEDER A LAS DEMANDAS DEL RÉGIMEN DE HITLER. NO LEVANTABAN LA MANO PARA REALIZAR EL SALUDO HITLERIANO; SE NEGABAN A JURAR LEALTAD AL ‘FÜHRER Y AL ESTADO’, Y TAMPOCO PRESTABAN EL SERVICIO MILITAR NI TRABAJABAN EN EL EJÉRCITO. SUS HIJOS NO SE AFILIARON A LAS JUVENTUDES HITLERIANAS”.
Este grupo cristiano originario de Estados Unidos tenía pocos adeptos en Alemania, donde eran conocidos como Bibelforscher, “estudiantes de la Biblia”, y para el momento del ascenso del nazismo rondaba los 25.000 miembros, de los cuales 11.300 terminaron en campos de concentración, muriendo en ellos unos 2.500.
Para distinguirlos de otros perseguidos, los Bibelforscher llevaban en su uniforme de prisionero un triángulo morado y, a diferencia de otros prisioneros (como judíos, gitanos u homosexuales), fueron los únicos que tenían la posibilidad de lograr la libertad simplemente abjurando de sus creencias. Aún así, la mayoría se mantuvo firme en su credo.
Triángulo morado que colocaban en los uniformes para distinguir a los Testigos de Jehová


Los 5 peores genocidas de la historia

1. Mao Zedong

Fue el máximo dirigente del partido comunista chino, en el año 1949 tomó el poder de China Continental, luego tras la victoria contra las fuerzas de la República China se convirtió en el máximo líder de China hasta el día de su muerte en 1976.
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Mao Zedong provocó la muerte de más de 70 millones de sus compatriotas, en un tiempo que él mismo denominó como de “paz”. Torturas, asesinatos y muertes causadas por las terribles hambrunas fueron la causa de que tantas personas perdieran la vida.

2. Iósif Stalin

Fue presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética desde 1941 hasta 1953, ha sido uno de los dictadores más famosos de todos los tiempos, ampliamente reconocido por su carácter cruel y despiadado.
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Fue el responsable de la muerte de 25 millones de personas durante todo su período como presidente. Muchos presos políticos fueron ejecutados, otros murieron como consecuencia de ser sometidos trabajos forzados, millones murieron por la hambruna y otras tantos por las fuertes represiones.

3. Adolf Hitler

Mejor conocido como el Führer, fue el canciller alemán entre 1933 y 1945 y el responsable de desatar la segunda guerra mundial, en la cual murieron millones de civiles y militares. Sin duda alguna, se trata del dictador más famoso de la historia, su odio hacia los judíos y todo aquel que no estuviera de acuerdo con sus ideales dejó una terrible estela de muerte en el mundo.
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Se calcula que 17 millones de personas murieron durante el período presidencial de Hitler, cabe destacar también que la mayoría de esas muertes comenzaron a ocurrir a partir de 1939-1940, cuando se radicalizaron mucho más sus ideales expansionistas y su deseo de instaurar en el mundo la raza aria. La forma en que fallecieron sus víctimas es ampliamente conocida, torturas, hambre, campos de concentración, guerra…

4. Leopoldo II de Bélgica

Fue el segundo rey de los belgas y dueño del Estado libre del Congo. Tras la muerte de su padre en 1865, tomó el poder hasta el día de su muerte en 1909. Fue el responsable de la muerte de 15 millones de personas.
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Leopoldo explotó el territorio africano en busca de diamantes, caucho y otras piedras preciosas con lo cual consiguió recaudar una gran cantidad de dinero pero las consecuencias fueron nefastas. Utilizaba la mano de obra local explotándola y esclavizándola, causando la muerte de 15 millones de congoleños.

5. Hideki Tojo

Fue un militar y el primer ministro de Japón durante la segunda guerra mundial, específicamente entre 1941 y 1944. Fue el impulsor de la invasión japonesa de Manchuria, la cual traería como consecuencia una guerra contra China, además durante la segunda guerra mundial fue el responsable de numerosos crímenes de guerra como torturas y utilización de armas biológicas.
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Hideki Tojo se le considera responsable de la muerte de 5 millones de personas. Pese a su intento de suicidio, fue capturado por las autoridades estadounidenses y sentenciado a la horca el 23 de diciembre de 1948.
Su afán de poder y riqueza los llevó a cometer asesinatos en masa, logrando convertirse así en los peores cinco genocidas de la historia.

Los criminales de guerra Nazis más famosos

1. Aribert Heim

Aribert Heim fue un médico nazi, nacido en Austria el 28 de Junio de 1914. Fue uno de los criminales de guerra que logró escapar de la justicia, se presume que falleció en el año 1992 en el Cairo, Egipto, pero nunca se ha podido encontrar su tumba. Algunos testigos afirmaron verlo en el año 2005 disfrutando de unas vacaciones en la costa española. Heim fue apodado como el “Doctor Muerte” por todos los judíos, españoles y rusos a quienes torturó y asesinó en el campo de concentración de Mauthausen. Según relatan algunos sobrevivientes, uno de los métodos de torturas favoritos del doctor era el de inyectar compuestos tóxicos directamente en el corazón de los prisioneros.
Pese a ser capturado en el año 1945 por soldados estadounidenses y ser enviado a un campamento de prisioneros de guerra, Heim fue puesto en libertad, después de ello comenzó a trabajar como ginecólogo en la localidad de Baden-Baden, Alemania. Cuando se enteró que estaba siendo buscado por sus crímenes de guerra, huyó. Su vida transcurrió entre países como España, Argentina, Uruguay y Egipto y aunque se presume que falleció en este último en el año 1992, en realidad no se tiene certeza de esa información.

2. Soeren Kam

Soeren Kam fue otro de los nazis que logró escapar de la justicia y vivir como un hombre libre en Alemania hasta el 23 de Marzo de 2015, cuando falleció con 93 años de edad. Sorprendentemente el gobierno alemán negó las solicitudes de extradición para poder juzgarlo en Dinamarca, su país de origen. A Kam se le acusó de haber secuestrado y asesinado al editor de un periódico anti-nazi, Carl Henrik Clemmensen. Además de haber robado el registro de la población del año 1943, documento que luego utilizaron los Nazis para encontrar a los más de 500 judíos que vivían en Dinamarca y llevarlos a los campos de concentración.

3. Gerhard Sommer

Sommer perteneció a la división Panzergrenadier de la SS y actualmente vive en Alemania. Se le acusa de colaborar en el asesinato de más de 560 civiles en el pueblo italiano de Sant’ Anna di Stazzema, motivo por el cual fue condenado en ausencia por un tribunal italiano en el año 2005. Pese a ser ampliamente conocido por sus crímenes de guerra, vive libremente en Alemania. Al parecer el gobierno alemán lleva más de 10 años investigando a Sommer. Sin embargo, nunca se le ha acusado formalmente por ningún crimen.
Estos hombres no tuvieron ninguna clase de compasión y misericordia con todas sus víctimas, dejaron un legado de muerte y odio tras de sí y tristemente muchos de ellos no recibieron el castigo por haber cometido tan atroces crímenes.